
El caso Juana Rivas se asemeja a esa soga de la que se tira con fuerza desde los extremos. A veces va a un lado, a veces va a otro y el juego puede durar mientras los jugadores aguanten. Excepto que sobre esta cuerda ―hecha de autos, recursos, declaraciones, jurisdicciones―, en un equilibrio muy inestable, está Daniel Arcuri Rivas, un niño que este sábado cumple 11 años, y que vive desde los tres inmerso en una vorágine judicial que no alcanza una decisión definitiva que cierre el caso. Daniel, que hasta ahora ha vivido en Italia con su padre, Francesco Arcuri, está ya matriculado en un colegio del que ahora es su pueblo, Maracena (Granada), donde está con su madre y su hermano mayor.
