A Máximo Jaramillo Molina (Guadalajara, 35 años) la crisis de 1994 en México —esa que todavía algunas personas recuerdan tan claro porque les transformó la vida— le cambió la forma en la que veía el mundo. En ese momento, cuando su familia comenzó a involucrarse en temas de justicia social y cuando miró de cerca la crisis de vivienda, una de las tantas problemáticas surgidas de la devaluación del peso y del derrumbe de la economía, comenzó a interesarse por comprender cómo y por qué sucedían estos cambios a su alrededor. “No es un tema de pobreza, es sobre todo la desigualdad”, dice, tras una carrera de diez años en los que se ha dedicado a estudiar la desigualdad en México. En su libro Pobres porque quieren. Mitos de la desigualdad y la meritocracia (Grijalbo, 2024) una idea se repite y se comprueba: la desconexión total que la sociedad mexicana vive es indiscutible. No sabemos mirar a los otros, y sin mirar no podemos entender.
