Su creador, Guillaume de Ginestel, califica a la serie francesa Knok de “thriller atípico” y probablemente tenga razón. En seis capítulos se nos muestra el particular descenso a los infiernos de un modesto y decente empleado que supervisa la instalación de urinarios en locales públicos, que está en pleno proceso de divorcio, que tiene una hija autista y que el rasgo más característico de su personalidad es la docilidad, la mansedumbre, pese a ser maltratado por su superior, por su mujer y, en general, por la vida.
