La iglesia del siglo XII de San Miguel de Latre, una pequeña pedanía del Prepirineo oscense de apenas ocho habitantes, cuenta con nueva decoración y hasta nuevo santo en su techumbre. Un peculiar San Matías ha aparecido retratado en la lonja recién pintada, y su fisonomía es idéntica a la del empresario que financió el trabajo, Eduardo Lacasta, originario de este municipio, viejo conocido en el lugar, y condenado por estafa en 2020. No es la primera vez que hace de mecenas de esta parroquia, pero sí la primera que ha tenido la ocurrencia de dejar constancia de esta manera, levantando toda una polvareda entre los vecinos, la Iglesia y hasta la dirección general de Patrimonio, por no haberse encomendado ni pedido permiso a nadie para incluir su retrato.
